El empleado más buscado

Se pone el casco, los guantes, protectores en las piernas, se amarra una gruesa correa en la cintura y con agilidad asombrosa comienza a subir poste arriba con la ayuda de unas “espuelas” que entierra a medida que asciende.

Mario Flores Mercado, de 58 años, repitió el ejercicio por última vez, esta semana, para mostrar parte de la labor que ha realizado por los pasados 28 años como celador de líneas de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), bajo sol o lluvia, de día o de noche, en momentos de normalidad o en épocas de huracanes y emergencia como la que vive ahora el país.

Esa experiencia, le permite evaluar el momento que vive la isla y la quebrada corporación pública, así como las enormes dificultades que hay para restablecer la red eléctrica de manera estable.

Natural del barrio Minillas de San Germán, Mario trabajó ocho años en otras agencias públicas antes de estar seis meses en la “escuelita de celadores” de la AEE, luego de lo cual, poco a poco, llegó al nivel más alto, celador 4.

Allí le enseñaron todo lo que tenía que saber de líneas de alto voltaje, “pero la escuela está aquí (en la calle). Vas conociendo el sistema. Allá es un sistema limpio, acá es un poste con líneas donde hay muchas cosas, mucho peligro y tienes que usar todo el equipo de seguridad para no lastimarte. La línea de alto voltaje tú no la sientes ni la ves, no es como la de Acueductos (y Alcantarillados) que, si se rompió un tubo, tú lo vez porque bota agua”, explica sobre la complejidad del trabajo.

De su labor como celador se lleva buenos y malos recuerdos. Uno de estos últimos data de sus años de trabajo en San Germán. “Estábamos trabajando en una subestación en Combate, en Cabo Rojo, y se suponía que todo (el sistema) estuviera muerto, pero había una parte que estaba vivo y cuando un compañero fue a trabajar con un pararrayo hizo el el cruce. Lo cogieron 2,400 voltios. Quedó guindando en la estructura, lo bajamos, le dimos resucitación y, como a los 10 minutos, reaccionó. Perdió estos dos dedos de la mano (señala el dedo índice y anular), sigue trabajando. Esa es la experiencia más fuerte que he pasado con un compañero”, cuenta.

En la otra cara la moneda, el sangermeño celebra que “tuve el privilegio de trabajar en el Holland, una línea de transmisión de 115,000 voltios que se trabaja a mano limpia, sin guantes”. Ese trabajo representó un hito en su trayectoria profesional pues, en el día a día, trabajaba con líneas de distribución de hasta 13,000 voltios...

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