Empleos

MIGUEL A. SOTO CLASS

PRESIDENTE DEL CENTRO PARA una NUEVA ECONOMÍA

Ciertamente la promesa de crear miles de empleos en un entorno de precariedad fiscal, escepticismo inversor y agotamiento social es uno de los retos más grandes que enfrenta la nueva administración. El país espera resultados, y para lograrlos es preciso crear las condiciones que le devuelvan el dinamismo, la pujanza y la confianza a los actores sociales, a la economía y al sector privado.

Establecer como una meta prioritaria la creación de empleos es peligroso por varias razones. Primero, por que desata la discusión de qué tipos de empleos son los que queremos. Unos abogan por un tipo particular y otros, por cualquier tipo. Y eventualmente toda la energía se pierde discutiendo eso. Segundo, se abre la puerta a propuestas descabelladas o moralmente cuestionables, pero que prometen miles de empleos. Finalmente, se pierde de perspectiva que el rol del Gobierno debe ser propiciar un ecosistema económico y social que propicie la inversión y la creación de empleos por el sector privado.

Esta última razón es vital pues históricamente una de las principales fallas de la política pública puertorriqueña ha sido tratar de compensar por un ambiente económico enfermo con inventos e incentivos. En vez de arreglar el sistema de permisos, en vez de reformar el sistema contributivo, en vez de crear una sociedad más segura y con más alcance educativo, lo que siempre hacemos es ofrecer un paliativo al que se atreva a invertir en ese ambiente hostil y perjudicial. La actual Administración tiene la oportunidad de dejar atrás ese terrible legado y emprender por una nueva ruta de crecimiento y desarrollo balanceado.

Muchos de los cambios necesarios son estructurales y se tardarán en dar frutos. Pero hay uno que se puede lograr relativamente rápido y cuyo impacto será fuerte y decisivo. Me refiero a bajar el costo de la electricidad. Es una de las pocas cosas que puede hacerse a corto plazo y con efecto duradero, sin erosionar las arcas del Departamento de Hacienda y sin crear incentivos contraproducentes cuya aportación social es cuestionable. De lo que se trata es de reformar a cabalidad la Autoridad de Energía Eléctrica. Terminar con las decisiones en cuartos oscuros, los sobrecargos injustos, las fórmulas tarifarias bizantinas y el amiguismo nebuloso. Hay que reformar la AEE y hacerla transparente, responsiva, y sobre todo, eficiente.

¿Cómo explicar que todos los productores externos a la AEE...

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