Los encamados al poder

ANA LYDIA VEGA

ESCRITORA

Se han radicado sobre 19,000 solicitudes, nos informa la prensa. Lo asombroso no es la cifra, totalmente creíble si se toma en cuenta la portentosa proliferación de los envejecientes en Puerto Rico. Lo asombroso es la manera en que se han tramitado muchas de esas solicitudes.

De buenas a primeras, llegan como vendedores ambulantes a las casas unos individuos ofreciéndoles a los ancianos el voto a domicilio. Logran convencerlos de que validen documentos que ni siquiera pueden leer. Por otra parte, las Juntas de Inscripción de los pueblos reciben formularios con firmas y datos falsificados.

Hasta los hogares de cuido llega el chanchullo. Algunos dueños piden más papeletas que calmantes para sus inquilinos. Y ciudadanos que no están en su sano juicio figuran gestionando el servicio. Perdón, me retracto: en su sano juicio no queda ya nadie en este país. Me refiero, por ejemplo, a pacientes de Alzheimer, demencia senil o daño cerebral.

Conseguidos por medios legales o fraudulentos, 19,000 votos no son ningún pellizco de ñoco. El candidato que se los apunte podría dar el palo definitivo. Quien procreó esa brillante idea no debía ignorar la posibilidad de una formidable zafra electoral.

Es como para erizarles las greñas a los que todavía profesen su fe en la "pureza del proceso". Entre ese respetable grupo no tengo el honor de contarme. Los dados están cargados de entrada. Sólo hay que pensar en el lucrativo inversionismo político practicado impunemente por los buitres que alimentan con jugosos donativos las campañas de los partidos dominantes.

El asunto de los encamados tiene su lado siniestro. Es obvio que éstos pueden ser seducidos, engañados o coaccionados. Y los votos enviados por correo se arriesgan a caer en manos inescrupulosas. Al igual que en aquellas infames elecciones de 1980, sacos repletos de papeletas disidentes podrían aparecer flotando entre cadáveres en las aguas sucias de un caño.

Asoma otro inconveniente. El correo no es exactamente un modelo de eficiencia federal. Es más, con el auge de la tecnología, parece ir camino a la desaparición. Tampoco puede subestimarse la tendencia boricua a dejar las cosas para lo último. ¿Qué pasa si los votos llegan a su destino días o semanas después de los comicios? ¿Se adjudicarán o se descartarán? La duda podría justificar un reclamo general de voto por e-mail, por...

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