Encargo

Manolo Núñez Negrón

Recién ha terminado la misa de once y uno, que ha escuchado la larga homilía pensando en las costillas asadas y el arroz con gandules, sale del atrio salivando, loco por hincar el diente en la "mestura".

El negocio está lleno, como de costumbre. Unos vienen buscando el bacalao, y otros, la gandinga. Todos, sin excepción, preguntan por la mazamorra, y ella, que tiene el delantal amarrado a la cintura y que está preparando unos tostones de pana, reinando en medio del olor a cilantro, sale a saludar, sonriente.

Después aparece alguna mesera con los jugos y la conversación hace el resto. Porque aquí, con perdón, se viene a comer sin miedo y a dar palique, mientras el viento azota los platanales de la llanura.

Por lo mismo, no me sorprende que, sin darme cuenta, hasta mi mesa se aproxime una compueblana, hale una silla de mimbre y me fulmine con una pregunta a quemarropa: "¿Tú eres el chamaco que escribe en el periódico?" Antes de que pueda contestar toma la...

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