Encrucijada por amor

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

La película de Coraly Santaliz, quien también está a cargo del guión y la edición, triunfa de la forma más simple posible al concentrarse en la complejidad humana universal de sus tres personajes y dándole pequeños virajes subversivos a una trama que fluctúa con facilidad entre el drama y la comedia.

El nivel de talento de este filme, anclado por las actuaciones principales de Carlos Marchand, Lynette Salas y Marisé Álvarez, destruye esa vieja noción de que no hay directores puertorriqueños que le puedan sacar el máximo al talento local. No hay ni una sola nota falsa dramática de ninguno de los actores y son muy pocos los filmes boricuas de los que se puede decir eso.

El otro gran acierto de la cinta es canalizar todo ese talento actoral en una historia universal que balancea perfectamente su emotividad y critica social con un humor mordaz adecuado. La trama de la película gira alrededor de Jorge (Marchand) y Lisa (Álvarez), un matrimonio joven que contra viento y marea han estado enfrentando la crisis económica sin dejar que esto afecte su vida sentimental. Al comienzo de la producción, la estabilidad romántica de la pareja recibe un golpe fuerte cuando se descubre que Lisa tiene una condición cardiaca que podría resultar mortal de no operarse. Sin seguro médico, con mal crédito y pocas posibilidades, Jorge hace todo lo posible por no ahogarse en un vaso...

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