La E de ensayista

por Por Carmen Dolores Hernández

fotos Por Ángel Luis García

El de título trenza sonidos, letras, palabras y evocaciones, rozando con tal conjunción el misterio mismo de la lengua literaria: su capacidad de crear ámbitos en la mente que, partiendo de lo dicho, lo superan. Ilustra, mediante alusiones entrañables, el impacto de la lengua que hablamos sobre la vida que vivimos e indaga sobre los niveles del lenguaje. Uno es el que usamos para comunicarnos todos; otro el particular de cada familia, reconocible en sus implicaciones sólo por los miembros del grupo, y aún otro el íntimo que resuena de manera diferente para cada uno y que es especialmente poderoso para los escritores: ".las palabras, entes vivos, me acompañan con su historia, su ascendencia y descendencia..cuando lavándome la cara paso mis manos por mi rostro, al nivel de los ojos aparece de la nada la palabra 'cuenca'. y ella me habla de su hermana 'cuenca del río' y susurra que de allí brota el agua como brota la vista de mis ojos y me detengo a escucharla.".

Con humor, con gracia, la escritora despliega la historia de la lengua y la suya a través de las letras de un alfabeto del que se apropia no sólo racional sino vivencialmente. Es la marca del buen escritor: hacer suya la lengua colectiva hasta lograr que reconozcamos las inflexiones particulares que le otorga al escribir.

Los otros doce ensayos confirman la vitalidad del género en su pluma. Si bien su faceta de periodista asoma en textos...

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