Entrega y Perseverancia

Por Jonathan Lebrón Ayala

jonathan.lebron@elnuevodia.com

"Era como una monita, a los dos años yo la encontré en su cuna levantándose con sus brazos en peso", explicó Moreno durante una visita a su residencia que le hizo El Nuevo Día.

Tan pronto identificó esta característica, comenzó a preguntarse ¿Pero qué hago con ella?, recordó.

Fue entonces que la progenitora de Lorena determinó que había que tratar de canalizar esas energías.

Ella lo desconocía, pero fue así que nació un proceso que llevó a Lorena años más tarde a obtener el pasaporte para los Juegos Olímpicos de Londres.

Cuenta Moreno que a los tres años de edad, Lorena fue llevada a practicar la natación.

Una noche, durante los entrenamientos en la piscina olímpica de Humacao, comenzó a nadar hasta cruzar los 50 metros. Era la señal inequívoca que estaban ante una niña extraordinaria.

Todo lo que practicaba lo hacía con facilidad. Su madre, seguía buscando y preguntó por la gimnasia. "Yo no sabía de gimnasia, pensaba que eso no lo daban en Puerto Rico", explicó Moreno.

Sin embargo, como si todo estuviera escrito, una conocida le comentó que en el complejo deportivo de Caguas tenían un Club de gimnasia. Ni corta ni perezosa, se movilizó a la ciudad criolla.

"Ella empezó un día. La llevé un sábado. Luego me dijeron, que la trajera dos veces en semana", explicó Moreno.

Mientras todo esto pasaba, Lorena seguía practicando y mejorando cada vez. Luego de un mes de iniciarse en la gimnasia, compitió en su Club y logró el segundo puesto.

Así las cosas, al finalizar la competencia, madre e hija se fueron para la Ciudad Gris y no regresaron a practicar. "Como yo no tenía experiencia en esto, pues yo dije, ya se acabó y me la llevé pa' casa". Al pasar las dos semanas, los entrenadores sintieron la ausencia de Lorena, y llamaron a sus padres para conocer de su paradero.

Y aquí comenzó el ajetreo. Lorena regresó al gimnasio, y allí causó impresión en todos. "Yo me preguntaba, ¿cómo es que mi hija va a llegar lejos?". Eran decenas las personas que se acercaban a la madre de Lorena elogiando a su pequeña hija.

Ellos no lo creían, seguían asistiendo a las prácticas porque entendían que era el deporte que necesitaba su hija para divertirse.

Sin embargo, Lorena no tenía esos planes. Cada día mejoraba más, hasta sobrepasar en destrezas a todas las de su edad. A los ocho años tuvo que cambiar de Club hasta que llegó a las instalaciones de la Federación.

Esto significó un reto para su familia. En ese momento su madre se dedicaba a ayudar al padrastro de Lorena en un negocio de tapicería que mantienen en los bajos de su hogar. Pero, el...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR