'ÉL ES PUERTO RICO'

POR MARCOS BILLY GUZMÁN

Especial El Nuevo Día

De una pared antigua sobresalía un lazo negro que anticipaba tristeza. Entre varios turistas que andaban por el Viejo San Juan, varias personas observaban el detalle con detenimiento. De repente, dos puertas se abrieron y algunos entraron cabizbajos y a paso lento.

Iban todos al velatorio de don Ricardo Alegría en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Allí, en una capilla ambientada con rosas y lirios blancos, los restos del prestigioso arqueólogo, antropólogo, historiador y educador yacían dentro de un ataúd de madera. Sobre él, la bandera de Puerto Rico. A su lado, una foto suya en blanco y negro del año 1996.

"Arqueólogo de la cultura boricua", leía un artículo que le enmarcaron.

Sus sobrinos e hijo entraron primero junto a la viuda doña Carmen Pons, su adorada "Mela". "Un matrimonio inolvidable", comentaba el arzobispo de San Juan, Roberto González. "Fue la acompañante de la obra de Ricardo Alegría".

Ella se dirige entonces a su esposo. Le agarra la mano y lo besa.

"No tengo palabras, pero agradezco que estén aquí", menciona. No dice más.

El silencio quedó contrarrestado con aquellos que tomaban fotos con sus celulares. Eran de distintas partes de la Isla. Algunos viajaron en guagua pública de pueblos como Toa Baja.

"Uno siempre quiere ver ese cuerpo más allá de la televisión. Admiré su sencillez", confiesa la fanática Maritza Castro.

Eduardo Garrigues, cónsul de España, luego hace su entrada. Trae condolencias de parte de los reyes Juan Carlos I de Borbón y Sofía de Grecia. "Es el gran humanista de la hispanidad", opina el mensajero y los aplausos no se hacen esperar.

Entre los más conmovidos está José Alegría, sobrino del fallecido fundador de Instituto de Cultura Puertorriqueña. "De él", cuenta lloroso, "aprendí a querer a Puerto Rico, la honestidad y a ser firme en mis creencias".

Como en un abrir y cerrar de ojos, la mañana se convirtió en tarde y la escritora Julieta Muñoz adelantó los planes que los residentes del Viejo San Juan tienen para adornar sus puertas con lazos negros. La idea es rendirle tributo a Alegría por su lucha a favor de la ciudad.

"Es que fue Quijote combatiendo contra molinos. También fue un gigante", reflexiona Nereidí Feliciano, historiadora y profesora de comunicación.

Posteriormente, el personaje Capitán Coraje llegó vestido de corsario para presentar sus respetos sin dejar de hacer constar los contratiempos que han enfrentado los sectores...

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