Escape del terror

Por Marcos Billy Guzmán

Especial El Nuevo Día

Un estruendo te ha indicado que no estás solo. Apenas miras el reloj, aunque sabes que son las ocho de la noche. El reto es encontrar la salida de Soul Screams, cuyos misterios y horrores han convertido el antiguo Castillo Serrallés en una mansión embrujada que aterra, pero entretiene. Poco queda este mes de aquella conocida estructura, situada en una famosa colina del municipio de Ponce. En ella ahora habitan seres que fatigan a quienes se asoman por curiosidad o diversión.

Fuiste de los atrevidos que entró y te estás arrepintiendo. Entre cánticos, una monja con mirada perdida da la bienvenida. Narra que una nana raptaba a niños y los llevaba a ese temible lugar. Sus almas ahora pululan por doquier, cuenta la religiosa y luego señala el camino. Sabes que la historia es inventada, pero comoquiera enfrentas el miedo. Sigues andando hasta que ves un cuerpo en el suelo.

Crees que es de goma, así que te le acercas lentamente y, cuando ya estás cerca, el cuerpo extiende sus brazos entre pronunciadas sacudidas de cabeza. Gritas como para liberar todo el susto. Corres y te topas con una mujer en el rincón de una pared. Solo observas su espalda y sus cabellos sedosos te brindan un poco de confianza. Decides pasarle por el lado para subir unas escaleras. Esta vez sí miras atrás. Lo que ves te deja tieso. Tratas de gritar nuevamente, pero no puedes. El rostro de la mujer se ve podrido, bañado en pus y sangre.

La escena aturde y continúas despavorido. Ya ni sabes dónde estás.

Un silencio abrupto aumenta el desespero. Muerdes tus uñas. Deben haber pasado cinco minutos y, justo cuando crees aproximarte a la salida, confirmas que estás frente a una nueva entrada. "Entra ahí", susurra alguien... No tienes otra opción.

Tan pronto entras, una puerta cierra. Te sientes atrapado, aunque no ves nada. Tampoco escuchas nada hasta que tropiezas en algo acolchonado. Un mattress, piensas. Varias luces fugaces luego revelan que estás dentro de un manicomio. Cuatro o cinco psicópatas tratan de rodearte y, a segundos de que sus manos alcancen tu rostro, sales horrorizado de aquella habitación. Ya no es una gota, sino chorros de sudor en tu rostro. Hueles mal. ¿o será el funeral?

Entiendes que han pasado dos horas, pero solo llevas 15 minutos allí y te topas inesperadamente con un teatro que ha sido convertido en una funeraria. Recorres el área mientras seres mudos se pasean entre una densa bola de humo. Esto es predecible...

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