ESO DE SER ESCRITOR ISLEÑO

por aNA tERESA tORO .ana.toro@elnuevodia.com

foto por lUIS aLCALÁ DEL oLMO

Y entonces fue un homenaje lo que juntó al joven poeta Ángel Antonio Ruíz Laboy (1979) y al escritor Edgardo Rodríguez Juliá (1946). El primero, como era de esperarse, había leído al segundo. El segundo no conocía al primero. La presentación fue escueta. Formal. Solo café y agua en la mesa.

En octubre próximo, en el marco de la tercera edición del Festival de la Palabra, ambos recibirán sendos reconocimientos. Rodríguez Juliá será honrrado como el "Escritor destacado" y Ruíz Laboy será reconocido con el premio "Nuevas voces". Al primero se le honrra por su trayectoria como escritor que comenzó en el 1973 y lo ha llevado a convertirse en una de las voces indispensables del panorama literario nacional. Al joven poeta lo reconocen no solo por la calidad de sus dos libros publicados, sino por su rol como líder del colectivo literario Homoerótica y como gestor cultural al crear la pequeña editorial Erizo.

El premio no es el premio es quien lo otorga. Entonces, ¿qué significa que sea el Festival de la Palabra quien otorgue este reconocimiento?

E.R.J. - A estas alturas del juego y de mi juego es un reconocimiento a toda una vida. El festival es una iniciativa extraordinaria y muy efectiva que ha logrado generar una mayor correspondencia entre los escritores puertorriqueños y latinoamericanos. Mi generación fue, creo, la primera en establecer vínculos a nivel editorial y crítico con Latinoamérica en los 70. Pero son otros tiempos editoriales. La juventud de hoy necesita este tipo de ayuda institucional y creo que ha dado buenos resultados.

A.A.R. - En mi caso creo que es una apuesta que está haciendo el festival, diciendo que aquí hay una promesa de un trabajo. Creo además que es un reconocimiento a una labor hecha más allá de los libros que uno escribe... Mucha gente que nos precede habla de la facilidad de publicar para los autores jóvenes pero esa facilidad trae consecuencias. Se publica mucho pero el campo de acción se vuelve más limitado.

E.R.J. - Esa facilidad inicial, a la larga, se convierte en dificultad porque no hay manera de promover internacionalmente esos libros artesanales.

Entonces, ¿creen que vale la pena autopublicarse?

A.A.R. - Uno debe tener ambas opciones. Por un lado te permite trabajar el libro más allá del contenido, sino como objeto, algo que en una editorial habría que ceder. Puede ser la primera puerta porque en esta crisis económica las grandes...

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