La escuela no nos salvará

RAFAEL ARAGUNDE

EXSECRETARIO DE EDUCACIÓN

No hemos entendido que para desarrollar un sistema escolar de excelencia se necesita un país educado que atienda con responsabilidad sus problemas fundamentales. Los retos educativos de una sociedad se resuelven mientras se van confrontando tantos otros asuntos.

Nos engañamos si creemos que podremos mejorar el sistema escolar sin prestarle atención a nuestro empobrecimiento progresivo y la inestabilidad que esto causa, o sin que se modifique el desprecio y hasta el rencor con el que se tratan los bandos y líderes políticos.

Esto último nos lleva a rechazar múltiples iniciativas valiosas que hubieran podido comenzar a atender los diversos retos. Lo anterior nos conduce al diálogo superficial que plantea alternativas que sólo reproducirán un ordenamiento bajo el cual se obvian, consciente e inconscientemente, problemas cada vez más serios.

La mayoría de las sociedades del globo atraviesan por situaciones que también describen como crisis educativas. De hecho, los llamados problemas educativos que confrontamos en Puerto Rico son los mismos que se viven tanto en los países pobres como en los barrios pobres de algunos países ricos. Porque tanto allí como aquí continuamos pensando que es en el sistema escolar donde nos la jugamos. Pero no es así. Nos la jugamos en todos los ámbitos de la vida pública y privada: en la distribución de las riquezas, en una universidad pública desprestigiada, en malos hábitos alimenticios, en los medios de comunicación, en la convivencia vecinal, en la superficialidad de los análisis, en el modo en que actúan los políticos, en el machismo rampante y en la violencia de todo tipo que nos caracteriza. Si en estos ámbitos nos mostráramos educados, nuestro sistema escolar se caracterizaría por la excelencia.

Para iniciar un proyecto educativo con posibilidades reales necesitaríamos convencernos de que estudiar es un valor. Igualmente, que tampoco podemos pensar en un único modelo de escuela pues hoy son necesarias múltiples pedagogías.

Nos debería alentar que entre el 1941 y el 1968 demostramos que podemos dar pasos en la dirección educativa correcta. Pero no fue en las escuelas donde comenzamos a educarnos.

Según escribió don...

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