ESPERA POR COOPERSTOWN

uego de 18 temporadas en las Grandes Ligas, Edgar Martínez le dijo “basta” al béisbol en el 2004. Su último partido, el 3 de octubre de ese año frente a los Vigilantes de Texas, atrajo a sobre 40,000 personas al Safeco Field para despedirse de “Papi”, como le conocían en Seattle, a pesar de que ambos equipos ya estaban eliminados de la contienda.

El día antes, el 2 de octubre de 2004, en una emotiva ceremonia a la que asistieron varios excompañeros de Martínez y miembros de su familia, el entonces comisionado de las Grandes Ligas, Bud Selig, sorprendió al anunciar que el premio que se entrega anualmente al mejor bateador designado de la Liga Americana llevaría el nombre de Edgar Martínez.

Desde entonces, ha recibido un sinnúmero de reconocimientos. En Seattle, nombraron una calle en su honor, decretaron el 2 de octubre el día de Edgar Martínez y tan reciente como el pasado 12 de agosto su número 11 fue oficialmente retirado del uniforme de los Marineros.

“Béisbol, ¡qué juego tan maravilloso! Estoy bendecido. Cuando pienso que el béisbol me ha dado todo lo que puede dar, me da más”, dijo Martínez en la ceremonia de retiro de su número. Pero el honor más importante para cualquier pelotero de Grandes Ligas, aún es asignatura pendiente.

Martínez lleva ocho años en la boleta como candidato al Salón de la Fama de las Grandes Ligas, pero aún no ha recibido los votos requeridos para entrar a...

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