Espera eterna por justicia

Fue una pesadilla de la vida real que se fue revelando en episodios, cada uno más trágico que el anterior. Primero, el hijo que sale a pasear un viernes, es tragado por la impenetrable noche y no vuelve a vérsele más. Segundo, la madre, sola, ansiosa, temiendo lo peor, recorriendo barrios de Río Grande buscándolo, sin éxito. Tercero, el aviso de que un hombre hallado baleado el día después en un sórdido paraje en Canóvanas podía ser el hijo perdido.

Después, un cuerpo en el Negociados de Ciencias Forenses imposible de reconocer, pues le habían hecho 40 disparos en el rostro; la eterna espera de una semana por la identificación; la herida ardiente y ancha como el océano que se abre en el corazón de una madre cuando muere un hijo, más todavía si es de forma tan indescriptiblemente trágica.

El último episodio no ha concluido. Dieciocho meses después de que Javier Sánchez Castellano, estudiante de barbería de 33 años, fuera asesinado de manera tan salvaje el 28 de mayo de 2016, no hay ningún arrestado por el crimen.

Su madre, Margarita Castellano, de 58 años, sigue esperando por una luz, una certeza, algo que le haga confiar en que quienes le arrebataron así al segundo de sus siete hijos pagarán por el crimen.

No parece que la solución del crimen esté cerca. “El Día de las Madres fue la última vez que hablé con el agente del caso. Yo lo llamé. Le dije: “Dame buenas noticias”. Él me dijo: ‘No tengo nada’”, dijo la mujer en una entrevista.

El “no tengo nada” es una respuesta que familiares de víctimas oyen demasiado a menudo.

Durante los últimos 30 años, unas 24,500 personas han sido asesinadas en Puerto Rico, una cifra mayor a la población actual de 25 municipios. El año pasado, 679 personas perdieron la vida de manera violenta en la isla.

El Negociado de la Policía registró 78 asesinatos en el primer mes de 2018, un aumento de 34.5% con relación al mismo mes del año anterior. A este ritmo, el 2018 terminará con poco más de 900 asesinatos, una espantosa cifra no vista aquí desde 2012.

En 2017, Puerto Rico tenía una tasa de asesinatos de 19.73 por cada 100,000 habitantes, lo que le convierte en la novena jurisdicción más violenta de América Latina. A nivel de los estados y territorios de EE.UU., solo Washington D.C. (24.2) le supera.

Es, por dondequiera que se le mire, una inmensa tragedia que lleva décadas ensañada con Puerto Rico y que es agravada por la desgraciada circunstancia de que la inmensa mayoría de los asesinatos nunca son...

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