El Espíritu de Asís

ÁNGEL DARÍO CARRERO

ESCRITOR

Las palabras que brotaron de aquel abrazo fueron mínimas y esenciales, como corresponde a un hecho poético, parábola de trascendencia. Podría resumirse así: la violencia es intrínsecamente contraria a la religión, su bien natural es la paz. Los líderes oraron, ayunaron y peregrinaron. Mostraban, con el ejemplo, un camino.

Uno se convierte en aquello que pide repetidamente: "Hazme un instrumento de tu paz". Mediante el ayuno se fortalece la voluntad para reconocer y transformar la violencia que ciertamente habita en las religiones. Y, por último, la identidad madura cuando no se encorva sobre sí misma y, más bien, peregrina hacia el encuentro con el distinto. Tres caminos simples que comparten todas las religiones y trazan la ruta de la paz.

Antes de la caída del muro de Berlín, este encuentro interreligioso y ecuménico derribó el muro que separaba, no sin violencia, a las religiones entre sí, y otro, más dañino aún, el muro de la justificación religiosa de la violencia en tantas zonas del mundo. Hablamos, por supuesto, desde un plano simbólico, es decir, apuntando más a procesos que a hechos consumados.

Juan Pablo II eligió cuidadosamente un lugar en el que todas las religiones y confesiones cristianas se sintieran como en su propia casa: Asís. La elección podría justificarse por la belleza natural de esta pequeña ciudad medieval, pero el motivo tiene nombre e historia.

Asís es sinónimo del hermano Francisco. El patrono de los ecologistas es, también, el santo que, lejos de la lógica confrontativa de las Cruzadas, propició un encuentro fraternal y de aprendizaje con el Islam.

Francisco es el ser cuya profunda experiencia espiritual le hacía sentirse reconciliado no sólo con los seres humanos, sino con todas las criaturas, al grado de identificar como hermanos también al fuego, a la luna, al Sol y a las estrellas, como se verifica bellamente en su poema "Cántico del Hermano Sol", primer poema escrito en lengua italiana. Su saludo "¡Paz y bien!" se ha convertido en expresión paradigmática de todos los que se inspiran es su espiritualidad pacificadora.

Como nota al calce, viene a cuento recordar que Juanes y Olga Tañón, en aquel histórico concierto en la Plaza de la Revolución en La Habana, dejaban escapar de cuando en cuando el célebre estribillo franciscano.

No fue todo color de rosa. No me refiero al concierto "Paz sin fronteras", sino al encuentro conocido internacionalmente como el "Espíritu de...

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