La tecata del estatus

RAFAEL A. TORRECH SAN INOCENCIO

HISTORIADOR

Ahora nos dosifican la droga mediante un plebiscito inconsecuente y amañado, simultáneo a las elecciones, para desviar nuestra atención de los problemas urgentes del País. Nos ofrecen quimeras irrealizables como parte de un fatuo ejercicio en ofuscación.

Esta manipulación nos divide una vez más en pequeñas pero estridentes tribus, a cargo de caciques que tejen su demagogia con rebuscadas conjeturas constitucionales. Como si la soberanía de un país se ganara en la teoría intelectual y no en la práctica multitudinaria de la calle.

Para abonar a la desgracia, descienden sobre el País traficantes estadounidenses para suplir más ganchos narcóticos para la adicción. Ofrecen estadidades a sabiendas de que jamás prosperarán en el Congreso, y animan al País a alimentar la indecisión de la cual se benefician. Así se libran de asumir su responsabilidad de actuar sobre una condición de dependencia colonial generada por ellos mismos. Encubren su ambivalencia y nos culpabilizan de ella.

Es un negocio redondo la tecata del estatus. Millones de dólares cambian de manos, sufragados por las contribuciones de las víctimas de su adicción. Fondos públicos financian este "trip" ilusorio del estatus y lo degradan...

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