Eugenesia

Gabino Iglesias

A través de los años, he sido testigo silente de la continua degeneración intelectual del país, la celebración de atrocidades imperdonables, la conversión del término político en sinónimo de inculto y, lo que más me duele, la innegable llegada de ese futuro que predecía Bukowski: "Un lugar donde las masas elevan a los ineptos a la categoría de héroes".

Recuerdo con cariño la época en que individuos con apellidos como Hostos, Albizu y Betances acariciaban mi lomo y, lejos de particularidades políticas, buceaban por mis páginas en eterna búsqueda de crecimiento intelectual.

Desde hace años sólo me queda el recuerdo de sus inquisitivas mentes y la vergüenza de mi inminente desaparición ante el doloroso olvido de los políticos contemporáneos.

Hoy en día, como todo retirado, dedico mis mañanas a leer los diarios del país. La atolondrada forma de expresarse, la inexistente riqueza de vocabulario, la ignorancia histórica, la chabacana macharranería a flor de piel y la celebración de la idiotez me lastiman más de lo que podrían expresar las palabras.

A sabiendas de que sólo un selecto grupo de individuos me recuerda...

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