Explícame la Constituyente

EDGARDO RODRÍGUEZ JULIÁ

ESCRITOR

Pero no, la mayoría, cuando se aburren, se dedican a esa forma más oscura de la ficción que es la bizantina teología del status, es decir, cuántos ángeles caben en el molestoso forúnculo del colonialismo centenario.

Por ejemplo, tomemos a Carlos Romero Barceló, cuyo cerebro parece haberse contaminado para siempre con los estampados floridos de sus camisas hawaianas. Nos dice que la "médula de la controversia es la ciudadanía, los derechos de cada ciudadano". Según él, nuestra ciudadanía americana es defectuosa, incompleta, no podemos votar por el presidente de Estados Unidos, quien declara las guerras a las que estamos obligados a ir. Él sabe que el asunto no termina ahí, es decir, en la coartación de derechos ciudadanos -también llegó a saberlo Luis Muñoz Marín cuando fantaseó con el voto presidencial bajo el ELA-; esos derechos están condicionados por nuestra latitud y longitud territorial. El territorio, la colonia antillana que llamamos Puerto Rico, monda y lironda, es lo que coarta esos derechos.

Fortuño puede votar aquí en las primarias republicanas, podría ser hasta candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos, pero no podría votar por él mismo a menos que se mude a Connecticut, ¿por cuántos meses? Vive en un territorio colonial y como no es omnipresente, no puede empaquetar aquí y votar por el presidente allá. Vivir en esta isla es degradar esa ciudadanía que tanto valora Romero. De joven, intempestivo y colérico, "El Caballo" tenía mayor claridad mental.

Hernández Colón no quiere que califiquemos el Estado Libre Asociado actual como "colonial", porque es ofensivo a la dignidad del pueblo. Buen ejemplo de un político viejo metido a moralista sentencioso, ello con más enjundia leguleya que testicular. Su partido ha tenido sesenta años para reivindicar la dignidad de este pueblo y nunca se ha atrevido. Su hijo, el notorio "Pollito", al parecer va convirtiéndose en el máximo custodio de las mayores sutilezas de la teología popular. Para atacar la libre asociación recurre a ese género menor de la teología, es decir, la cantinflada. Nos asegura Hernández Mayoral: "No puede cuestionarse, pues, que al decir...

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