Faena atornillada

WILDA RODRÍGUEZ

PERIODISTA

¿Por qué? Porque aquí lo que está atornillada es la faena de dejar cuadros en el poder y pagar favores políticos, y la ejecutan con igual gusto los dos partidos que se turnan la administración. Por eso el reproche es de la boca para afuera.

¿Ha escuchado alguien a la nueva y rutilante Legislatura del Partido Popular Democrático anunciar que resolverá ese asunto tan pronto asuma el control de ambas cámaras?

Lo que sí escuchamos es justificar las bonificaciones como necesarias para reclutar profesionales de la empresa privada para el servicio público. Según esta teoría, servir al país no es rentable. Hay que endulzar el sacrificio con un "bonito".

A mí me parece que eso desacredita el concepto mismo del servicio público. Que este fue el rudimento que precisamente dislocó el principio del servicio público para confundirlo con servirse del público. Antes los profesionales sabían que dedicarle años de su vida al país era una quijotada. Se sentían orgullosos de eso. Las mejores mentes de nuestra sociedad acudían con sencillez a servir en el gobierno y lo hacían con gusto y buena voluntad.

Entonces llegaron los jaibas y empezaron a añadirle cositas al salario básico de los funcionarios de alto nivel. Maestros y policías, conserjes, enfermeras y oficinistas seguirían recibiendo salarios de hambre. Pero los jefes comenzarían a recibir beneficios marginales que ahora consideran derechos adquiridos. Un carrito por aquí, un chofer por allá, un celular por aquí, una tarjeta de crédito por allá. Hasta llegar a los bonos por una productividad cuyo mayor misterio es quién la mide y cómo. La gran interrogante es cómo se define la productividad de un funcionario que deja su agencia con un déficit presupuestario millonario.

El discurso de estar dispuesto a darle lo mejor al país se ha...

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