¡Qué fallo!

Nilka Estrada Resto

Ni el cielo se puso rojo, no se abrió ni empezó a caerse en cantos. Las bolas de granizo que cayeron por aquellos días no puede decirse que cualifiquen como un riesgo letal.

Mientras la luz del Sol se iba apagando, en la costa norte, y específicamente en la playa de Isla Verde, unos vecinos avistaron un objeto grande, alargado, que subía y bajaba entre las olas según se iba acercando a la orilla. ¿Sería un barco a la deriva? (¡ay!, estos poéticos).

Aquella masa negra que se acercaba era más oscura que la oscuridad que empezaba a arropar el mar. Mientras más se acercaba, mejor se apreciaba que aquello era realmente grande pero menos se veía. ¿Sería una ballena?

Una vez se puso el Sol un vecino se armó de una linterna y fue al encuentro del monstruo marino del día final. Se hallaba en posición horizontal, cuan largo era. Alumbró de lejitos a aquel fenómeno, no se fuera a mover. Nadie sabe cómo van a terminar nuestros días, (¡ay!, estas periodistas).

A luz del pequeño foco...

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