Falsas expectativas

Creemos haber cruzado el umbral de una nueva dimensión social y política. Elevamos los recientes eventos masivos a marcador de un "antes y después" y les adjudicamos poderes curativos para nuestra mítica indiferencia.Difiero. Somos los mismos que antes del "chat". En la misma forma que no nos transformaron las intensidades de "Fortunata" y Vieques, ni molestó a muchos el que Washington nos devolviera a 1900 con Promesa y a 1950 con Sánchez Valle, ni los insultos y de Trump luego de María, pues, igualmente, las manifestaciones contra Rosselló no contiene el gran cambio que se les adjudican.El disparador de ese coraje civil no fue un "basta ya" a la corrupción ni al desgobierno. Ni reacción ágil al síndrome Fajardo, revivido por Keleher. Fue por los insultos en un "chat", hirientes a muchos sectores y personas. Eso, sumado a la congestión emocional de María, agravada por años de disfunción sociopolítica, hizo la crisis.Esa indignación, entonces, no fue por tipo de gobernanza. Esta sigue. Fue por la acumulación de angustias, detonada por la burla del "chat" entre funcionarios a quienes le acompañaba una presunción de probidad.Dos factores impiden esa transición hacia otro Puerto Rico: el desgobierno y el estatus. Lo primero es la invasión oportunista del poder económico privado en las decisiones del estado facilitado por políticos endeudados, unido...

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