Falso viaje a la memoria

ANDRÉS CANDELARIO

ESCRITOR

Llegó de un país "extraño y lejano", que después de más de cuarenta años de ausencia, he ido recuperando en las largas conversaciones con "Juanito". Confieso que, en el fondo, me resulta desconocido: la vieja casa de la infancia, demolida por la furia cañera de los 70, ahora es un sabanazo de malezas, sin palmares y sin arboledas, un paisaje de desolación que barre sin miramientos, el tierno escenario del pasado.

Lo observo en su momento de reposo, como quien mira a una persona muy querida, pero que sólo alcanza sentido cuando lo integro a mi pasado, en la lejana niñez o en la primera juventud. Aunque me llega desde el presente, del presente que desconozco como vivencia -en 48 años solo nos hemos visto dos veces-, a pesar de la fabulosa experiencia afectiva del reencuentro, solo puedo penetrar en su vida de adulto a través de sus historias.

Él, mi hermano Juan, es otro y el mismo a la vez. Flaco y ágil a sus casi 84 años es, de alguna manera, una extraña reproducción de mí mismo. Alerta y guasón, constantemente me hace reír con sus ocurrencias verbales...

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