Su fama, Su poder

Por Ana Teresa Toro

ana.toro@elnuevodia.com

En las escalinatas del Capitolio cinco jóvenes sudan la gota gorda y la flaca cargando pancartas que leen: "Yo soy una persona", "Soy gay. Te amo" y "Abrázame si crees que el amor de Dios es para todos". Frente a ellos, estacionada frente a la Plaza de la Democracia y con San Juan y su dedo alzado como testigos, una guagua con altoparlantes que suenan canciones de alabanza y vociferan mensajes "en defensa de la familia", está vacía. Apenas una decena de personas espera en la plaza mirando a los jóvenes de las pancartas. Afuera son pocos y, aunque un pedazo de calle los separa, sus ideas hacen de ese espacio de brea un auténtico abismo que nadie va a cruzar.

Es jueves, poco después del medio día y la fila para entrar a las gradas se mantiene larga. Consistentemente van entrando grupos religiosos en contra y otros grupos a favor del Proyecto 238 que persigue atender el tema del discrimen hacia integrantes de la comunidad LGBTT.

En las gradas van ubicándose a cada lado unos y otros. En primera fila, al lado del activista Pedro Julio Serrano, ya lleva horas allí sentada la actriz Johanna Rosaly, uno de los múltiples representantes de la clase artística que durante este proceso han utilizado su carácter de persona pública para apoyar el proyecto e, incluso, para cabildear a favor de su aprobación. Uno de los más notorios es el caso del cantante Ricky Martin quien desde las redes sociales utilizó el poder de convocatoria que le da su fama mundial para llamar la atención sobre el asunto.

Una semana antes, en la marcha a favor del proyecto, figuras como Braulio Castillo hijo, Kany García, Amneris Morales, Suzette Bacó, Georgina Borri y la propia Rosaly -entre otros- dijeron presente. Algunos hicieron expresiones a favor -vía redes sociales- como el cantante Tommy Torres o Iris Chacón.

Esto no debe extrañar a nadie pues la realidad es que los gremios artísticos y de los trabajadores de la cultura suelen ser espacios en los que el tema gay siempre ha fluido con mayor naturalidad que en otros escenarios profesionales. Aunque, de igual manera, esa misma aceptación ha sido clave en la forja de prejuicios como el que dicta que "todos los bailarines son gay", entre muchos otros.

"Estoy aquí como ciudadana, como persona pública, como madre, como hermana y como sobrina", sentenció Rosaly, quien el día antes ofreció un testimonio conmovedor en el que habló de su tía lesbiana, de su hermano y de su hijo homosexual...

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