FANA PIDE EL MICRÓFONO

Por Tatiana Pérez Rivera

Y así, "para toda la vida", quiere mantener su relación con la música Estefanía Pizzi Borrero, "Fana" para sus familiares (su mamá la bautizó con dicho apodo), amigos y, ahora, fanáticos.

"Yo quisiera viajar el mundo con mi música y al igual que la música es una terapia para mí quiero que le sirva de eso a la gente, que se den cuenta que todos pasamos por las mismas situaciones. Estoy estudiando premédica, pero en la lista de mis pasiones la primera es la música y la veo como una profesión a largo plazo", advierte.

Música y melena es lo primero que salta a la vista cuando conoces a esta alumna de bachillerato de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, egresada de la Escuela Libre de Música en Hato Rey y que además es masajista desde que a los 15 años comenzó a tomar cursos con su maestra de yoga.

"No, no me lo corto. Tengo que decirte que me encanta mi pelo aunque por lo general los de pelo rizo lo quieren lacio", cuenta entre risas para luego reflexionar sobre lo que verdaderamente quisiera que el público conociera de ella.

"A mí me gusta que vean que soy transparente, que lo que van a conocer mediante mi música, al escucharme hablar o hasta cuando doy masajes es lo que soy. Mi música es lo que verdaderamente me caracteriza", señala Fana, quien aprendió a tocar guitarra a los doce años.

Su "música" es lo que empezó a hacer en calidad de cantautora a los 13 años, cuando escribió No te miento, canción destinada a acabar su relación con un novio. No cumplió el propósito.

"Se enamoró más de mí, después tuve que ser más directa. Mi papá me dijo que tenía que escribirle canciones a los que iba a seguir no a los que iba a dejar", rememora quien estudia canto con Hilda Ramos y guitarra con Jorge Laboy.

Al momento, Fana canta en restaurantes y festivales acompañada por sus colegas Sergio Pagán en la guitarra y Solrexsi Olivero en la percusión.

Más allá de vencer la timidez, crear música le sirvió a Fana para "vacíar la mente".

"También me di cuenta que le ayudaba mucho a familiares y amigos, que fueron mi primer público. Cuando cantaba, causaba emociones en ellos, así que era una buena herramienta para todos. Eso me motivó a seguir y a contar todo lo que veo a mi alrededor, como es el caso de La canción de Stefano (inspirada en el asesinato en medio de un robo del jovencito Stefano Steenbakkers Betancourt), pero siempre con un mensaje de amor, no simplemente para quedarme en la queja, sino buscando una solución"...

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