Un fantasma que ya no mete mucho miedo

Por Benjamín Torres Gotay

btorres@elnuevodia.com

"Estoy profundamente preocupado por la violencia y la discriminación a las personas LGBTT alrededor del mundo, ya sea aprobando leyes que criminalizan el status LGBTT, golpeando ciudadanos simplemente por participar en celebraciones pacíficas de orgullo LGBTT o asesinando hombres, mujeres y niños por lo que se perciba sea su orientación sexual", dijo Obama en un memorándum hecho público por la secretaria de Estado, Hillary Clinton.

La iniciativa estadounidense tiene como objetivo ciertos países en África y en Oriente Medio donde la homosexualidad está prohibida por ley y se encarcela, tortura o asesina a los que la practican. Pero si Obama entorna bien la vista y afina bien el oído notará, tal vez con sorpresa, tal vez sin ella, que no tiene que ir muy lejos para encontrar un país en el que la homosexualidad, si bien no está explícitamente prohibida, para casi todos los efectos así lo es.

En Puerto Rico, no se reconoce la existencia de personas homosexuales para ningún propósito oficial, pues no pueden casarse, adoptar, disfrutar de beneficencia social como pareja, entre muchos otros de los atributos de los que gozamos todos los demás. En pocas palabras, la institucionalidad condena a los homosexuales aquí a la invisibilidad y la total marginación.

Hay, sin embargo, una instancia oficial en la que se reconoció la existencia de personas que, por naturaleza o por elección, se sienten atraídas hacia los del mismo sexo y hasta eso quieren quitarle los profetas del desprecio que se sienten con derecho a imponerle al resto de la sociedad sus particulares ideas sobre la vida.

Se trata de la disposición del Código Penal que establece agravantes en las sentencias de los que sean convictos de agredir a una persona motivada por su orientación sexual. Es lo que llaman la disposición de los crímenes de odio.

El propósito de esta disposición es disuadir a algunos de los inseguros que, por razones que solo ellos conocen, se sienten amenazados por los homosexuales y se sienten compelidos a agredirlos solo por el hecho de serlos.

La disposición, contrario a lo que han dicho en estos días algunos pastores adictos a la demagogia, no tiene como fin privilegiar a nadie por nada. El fin, por el contrario, es ofrecer una protección, mínima si se le mira bien, a un grupo de población que, como es evidente, ha sido marginalizado, discriminado y maltratado.

La disposición contra los crímenes de odio llevaba unos años...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR