La farsa del proceso de consulta

LUIS DOMENECH SEPÚLVEDA

CATEDRÁTICO JUBILADO DE LA UPR

Durante los pasados 30 años la UPR se ha convertido en un bastión político para ambos partidos gubernamentales tanto por su riqueza intelectual como por su presupuesto que ronda los mil millones de dólares. Este escenario resulta muy atractivo, tentador y apetitoso para los gobiernos de turno para dejarlo en manos de los universitarios.

Para ellos, tanto la autonomía universitaria como la participación democrática de los universitarios es materia secundaria en comparación con el poder político que emana de la institución.

Desde su instauración en los recintos, los universitarios han sido utilizados sigilosa y capciosamente en los procesos de consulta para disfrazar la farsa participativa y la tomadura de pelo que ello representa.

A fin de cuentas, la Junta de Síndicos siempre ha tenido la prerrogativa de seleccionar y confirmar a los candidatos apadrinados por los gobiernos de turno. Esto ha sido así independientemente si los candidatos han sido favorecidos o rechazados por la comunidad universitaria o si satisfacen las expectativas intelectuales, humanas y conceptuales que requiere el cargo.

Es decir, el principio de mérito, excepto en casos excepcionales, ha dejado de ser el criterio fundamental para el nombramiento y confirmación de los...

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