Fascinante historia científica

Nota del editor: Segundo de una serie de reportajes sobre la medicina cubana y el desarrollo del medicamento Heberprot-P.

LA HABANA, Cuba.- La historia de Heberprot-P, el medicamento cubano que cura las úlceras diabéticas que busca entrar al mercado estadounidense, está directamente ligada a los inicios de la genética molecular en Cuba, una que por sí misma es fascinante.

Todo comenzó en los años 80, esa década en la cual la Guerra Fría estaba en pleno desarrollo.

El entonces presidente cubano Fidel Castro Ruz vio la necesidad estratégica de desarrollar la producción del fármaco interferón para poder enfrentar una posible epidemia de dengue hemorrágico en el país, pues temía que por el embargo económico de Estados Unidos se impidiera a Cuba importar el medicamento en experimentación.

En ese entonces, el interferón era un medicamento en prueba, que se caracterizaba por sus enormes poderes antivirales, por lo que era la base para desarrollar tratamientos contra serias enfermedades, como el dengue o el paludismo.

Los mejores entendidos en el tema estaban en Estados Unidos por lo que, en medio de la tirantez política, los cubanos lograron que una delegación de científicos del Anderson Memorial Hospital de Houston, Texas, visitara Cuba para intercambiar conocimientos sobre el interferón y el desarrollo de la genética molecular. Ese intercambio no era regular, pero tampoco inusual en los tiempos de la Guerra Fría, pues el contacto entre los científicos estadounidenses y cubanos siempre se mantuvo aun en los peores momentos de las relaciones entre los dos países.

El propio Castro Ruz se reunió con los visitantes y, convencido por sus argumentaciones, ordenó en 1980 la creación de un equipo secreto de trabajo de seis científicos para desarrollar la producción del antiviral interferón en el país, siguiendo el modelo finlandés para su producción.

El proceso se consolidó justo a tiempo, pues en 1981 Cuba enfrentó la peor epidemia de dengue de su historia, con 300,000 casos, de los cuales 162 acabaron en muertes, una cifra mínima en comparación con las 3,000 muertes que se pronosticaron en el inicio, todo gracias al interferón.

Aquella experiencia fue el inicio del sistema de biotecnología cubana.

De una “casita” para producir interferón, se creó una planta. El interferón comenzó a producirse para intervenir con otras enfermedades y en 1983 Cuba se convirtió en uno de los países donde más ensayos clínicos se hacían con el interferón en el mundo.

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