¡FELICES 500, BART!

por luis r. trelles

Especial El Nuevo Día

A estas alturas hay pocas hazañas que la serie no ha logrado. Con 23 años en el aire, el programa ha roto un récord tras otro, convirtiéndose en la comedia más longeva en la historia televisiva de Estados Unidos.

En el transcurso Homero, Marge, Bart, Lisa y Maggie se han convertido en el reflejo de familias disfuncionales y clasemedieras de todo tipo a través del globo, y Puerto Rico no es la excepción. ¿Quién no tiene un episodio, una ocurrencia o una línea favorita de la serie? He ahí el secreto: más allá de la sátira a la cultura popular, la serie trasciende su formato para presentar una visión de mundo que resuena con la audiencia de forma duradera.

Ubicados en la ciudad de Springfield -una ciudad que no es un espacio en el mapa sino una metáfora de la vida suburbana-, los Simpsons son una familia nuclear en un sentido muy literal. El atolondrado patriarca Homero trabaja en una planta nuclear, cuya sombra y la de su mezquino dueño, Mr.Burns, se mantienen latentes en la vida de los habitantes de Springfield.

El otro pilar del hogar es Marge, la madre caracterizada por su peinado cincuentoso de tipo beehive, que se alza unos tres pies sobre su cabeza. El centro emocional le pertenece a Bart, el hijo preadolescente que no para de meterse en problemas. Presto a tramar lo que sea con tal de evadir sus...

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