Fiambrera

Sergio C. Gutiérrez Negrón

Me enteré algo tarde, a eso de treinta minutos antes de que ese miércoles terminase. Aun así, me emocioné. Abrí el explorador de Internet, entré al Facebook y, en más de doce profiles, vi la noticia (la misma emoción de llegar a casa de tus padres y tropezarte con un plato frío, envuelto en papel de aluminio, con ese arroz con maíz que hace tu mamá y que no pruebas desde hace casi un año). No, no es lo mismo que enterarte justo cuando sale del horno, pero aun así, ¿cómo no emocionarse?

¡48 horas sin asesinatos!

Treinta minutos. Aunque a modo de retrospección que no hace mucho sentido, recuerdo que le envié un mensaje celebratorio a una amiga extranjera. Ella no entendió mi alivio. Inclusive, se preocupó. La bloqueé en el "messenger". No quería nada de eso. No quería que interrumpiese mi momento de beatitud: miré por la ventana, el edificio de al lado cubría la luna, crucé mis dedos, ¿cuánto tiempo pasaría? ¿Veinticuatro horas más, luego cuarenta y ocho, y así por el estilo? ¿Lo lograríamos? ¿Qué tal si, de golpe, se nos fundiese ese motor, se le fastidiara la transmisión a Tánatos? ¿Y qué si se trató de una...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR