El final triunfal de Batman

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Incluso, una de las mejores cualidades de este tercer filme de Nolan es que está repleto de sorpresas. Lo que lo eleva al nivel de arte es que estas sorpresas funcionan para aquellos que vienen empapados de la mitología del Batman de los cómics, para los que se han vuelto fanáticos del personaje al ver las dos cintas anteriores y para el espectador casual que simplemente quiere ser transportado a otro universo donde la lucha entre el bien y el mal no está desconectada del caos moral de la sociedad en la que estamos viviendo.

Aunque estemos malacostumbrados a que Nolan logre estos actos de malabarismos creativos en casi todos sus filmes, su creación de un último capítulo que le da un final al Batman real y humano que ha creado en sus películas, es un logro cinematográfico superlativo que no puede ser ignorado. Las comparaciones con las dos películas anteriores son inevitables; pero para poder apreciar lo que Nolan y sus guionistas (David Goyer y Jonathan Nolan) han logrado con este largometraje hay que tener en cuenta que éste ha sido concebido como el acto final de la saga que han creado.

La estructura dramática que ha estado en función desde antes de que Aristóteles la discutiera dicta que en esta sección de la historia el héroe tiene que enfrentar el punto más bajo de su vida para poder tener su encuentro climático con su conflicto.

Nolan y sus colaboradores han tomado esto y han generado un espectáculo épico que redefine lo que es un clímax dentro del género de películas de superhéroes y cualquier otro género.

La trama de esta película comienza ocho años después de los eventos que finalizaron "The Dark Knight". Justo como habían planificado, Batman ha desaparecido dejando al Comisionado Gordon (Gary Oldman) para idolatrar a Harvey Dent como héroe y poder eliminar la corrupción de las estructuras políticas y lograr que la criminalidad sea casi inexistente. Pero para Nolan y sus colaboradores esta mentira ha socavado aún más los pilares de la ciudad Gótica, abriendo el paso para que un mercenario conocido como Bane (Tom Hardy) cause terror y destrucción de una forma que nadie se hubiera imaginado.

La existencia de este nuevo némesis lleva a Bruce Wayne (Christian Bale) a tener que volver a asumir su alter ego y a depender de la ladrona Selena Kyle (Anne Hathaway), quien definitivamente tiene su propia agenda.

Hay mucho que celebrar en este filme, pero nada merece más atención que los logros...

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