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NUEVA YORK- Nadie imaginaría que en menos de un par de horas tendría que estar listo para presentarse en concierto ante más de 15,000 personas. Ha logrado otro "Sold Out", esta vez en el Barclays Center en Nueva York, la ciudad que lo vio nacer y crecer. Relajado y sin algún indicio de apuro, Romeo Santos camina por su camerino elegantemente decorado con dos muebles, alfombra y lámparas de piso. Vestido de negro y con gorra del equipo de los Yankees, está listo para conversar."Honestamente, soy muy sencillo en eso", dice sobre las peticiones previas que tiene antes de subir al escenario. "La mayoría de las cosas que ves aquí, ni siquiera las consumo". Se refiere a una mesa en la que, a distancia, se pueden destacar botellas de agua, bebidas energizantes, barras de proteínas y lo que parece ser una bandeja de cortes fríos.Confiesa que apenas disfruta de lo provisto, quizás unas bebidas para tener un poco de energía y agua, la cual no puede faltar."El agua tiene que estar a temperatura. Si me animo, quizás, pues hace un año que no estoy tomando antes de subir a un ‘show’, me preparo un Cubacien que mezclo con Red Bull. No es bueno para la salud, pero lo hago a veces", revela sobre esos rituales que ha desarrollado a lo largo de su carrera.Actualmente, "El Rey de la Bachata" se encuentra en la segunda etapa de su "Golden Tour", que inició en septiembre en Estados Unidos, y que llevará por primera vez a Latinoamérica. La cita con Puerto Rico será el próximo 7 y 8 de febrero en el Coliseo de Puerto Rico en lo que promete ser un encuentro muy especial con sus "romeistas" boricuas.Regresar, sin duda, será emotivo. Como hijo de madre puertorriqueña, aquí pasó parte de su infancia entre Humacao y el residencial Manuel A. Pérez, por lo que reconoce que tiene una conexión única, sobre todo con sus seguidores.Como muchos, Romeo vivió el dolor del embate del huracán María desde afuera, a través de las noticias y de la información que recibía a cuenta gotas. Su equipo de trabajo también lo vivió de cerca pues varios miembros de su banda residen en la isla y tampoco sabían de los suyos."Sentí mucha preocupación, porque tengo muchos familiares allí y no podíamos comunicarnos. La tranquilidad vino realmente cuando pude hablar con mi abuela, con mis tíos, que nos dijeron que había unas situaciones con sus propiedades pero que, por lo menos, no había ningún tipo de herida, que es lo primero que a uno le cruza por la mente. Fue una situación muy desagradable...

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