Fracturas que repara la fe

MILDRED RIVERA MARRERO

mrivera1@elnuevodia.com

Convertirse en la segunda mujer ortopeda del País fue un destino del cual Ingrid Negrón nunca tuvo dudas, pero para cumplirlo tuvo que superar el prejuicio y las burlas de quienes pensaban que una mujer no tenía cabida en el exclusivo mundo de los carpinteros de la medicina.

"Nunca hubo otra opción en mi vida que no fuera ser ortopeda", afirma la elegante especialista de 38 años.

Fue el trabajo de su padre el que cinceló su destino: se desempeñaba como asistente quirúrgico de ortopedas. Desde pequeña "yo veía las sierras, los taladros y los martillos y para mí era como jugar a 'Bob the Builder' (personaje de videojuegos), pero en sala de operaciones", recuerda.

Lo que no sabía era cómo tendría que sudar el título de ortopeda. "Todo el mundo se burlaba. Usualmente los médicos son hijos del médico y más en una profesión tan elitista como la de ortopedia. Yo era hija del técnico, como quien dice, del asistente quirúrgico. Y, para colmo, mujer", afirma.

Entró a la residencia de cirugía, pero tuvo que seguir pagando un alto costo por su sueño. Era la única mujer en ese programa, se había casado y tenía una hija, y "todas las guardias (turno nocturno) eran para mí". Incluso, recuerda como una prueba de su inquebrantable lucha, el día que celebró el bautismo de su hija.

Era domingo, tenía una guardia en Centro Médico que debía terminar a las 8:00 a.m., y el bautizo era a las 10:0 a.m. en la Catedral de San Juan. Pidió terminar a las 7:00 a.m. para poder asearse y cambiarse de ropa. Le dijeron que no. "Soy estoica. Soy sumamente cristiana y mi fe y mi fortaleza están tan brutal que yo digo que lo que no te mata, te hace más fuerte. Y la fe es eso creer que todo va a estar bien, aunque tú lo dudes. Salí corriendo a un baño de Centro Médico y llegué con el cabello mojado. Pero llegué", relata.

Esa tenacidad también la llevó a solicitar ingreso a las Clínicas Mayo, donde estudió una subespecialidad en cirugía reconstructiva y oncológica y de donde salió a dar clases en la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico.

Mirando hacia atrás, Negrón traza una línea directa entre sus logros profesionales y su formación familiar. Entre los 7 y los 8 años, su vida y la de sus hermanos dio un vuelco. Sus padres se separaron y se fueron a vivir con su abuela y un hermano de ésta. Salieron de un colegio a una escuela pública, de un ambiente urbano en Caguas a la ruralía en Gurabo.

"Mis dos hermanos y yo...

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