Fritanga

ESCRITORA

Ni los reguetoneros ni sus representantes sospecharon nada. Les pareció muy normal aquella fiesta en una isla frente a la ciudad de Cartagena, donde se alquiló todo un hotel de lujo para doce días de jolgorio. Sencillito. "Fritanga", descamisado, cantaba rancheras. Pagaba lo que pagaba a billetazo limpio, porque no había modo de que lo hiciera con cheques o tarjetas de crédito, toda vez que, ante las autoridades y la sociedad, era un cadáver exquisito. Había tenido que fingir su muerte, como hacen tantos narcotraficantes antes de que los maten de verdad.

Escuché a uno de los reguetoneros que estuvieron en la fiesta, contar, con los ojos aguados, lo que había sufrido la novia de "Fritanga", que a poco de saberse una mujer casada, era privada de un elemento un poco imprescindible: el marido.

Cuenta el reguetonero que, al llegar la Policía, la novia de "Fritanga" lo abrazaba y no quería separarse de él. Yo hubiera dado cualquier cosa por ver aquella escena. La mujer tirando por un brazo y los de la DEA por el otro. Por supuesto que ella sabía de las actividades ilícitas de su marido, sino de qué. Todas lo saben.

Con los reguetoneros viajaba un séquito de Puerto Rico, entre guardaespaldas, o supuestos guardaespaldas, y representantes de la casa productora de uno de ellos, propiedad del tal Pina, que está por enfrentar un juicio: fraude bancario y otras menudencias. Ya saldrán los que salieron la otra vez -cuando lo arrestaron a su llegada a Nueva York- para desearle mucha suerte. Gente famosa del cotarro artístico lo animaba a través de las redes sociales; le comentaba cosas como que él era un guerrero (ya lo creo), y le mandaban buenas vibraciones.

Todo en ese ambiente se torna surrealista, pero de ahora en adelante, con la advertencia del jefe de la DEA, que promete llevar a cabo una pesquisa a ver si agarran a los reguetoneros y a los artistas que trabajan fuera, en irregularidades fiscales, tendrán que andar con pies de plomo.

Se dice que la queja de algunos de estos reguetoneros, y de los músicos de otros géneros que han amenizado también sus tormentosos ágapes, es que en Puerto Rico no encuentran suficiente trabajo, y que en algunos países de Centroamérica y Suramérica les llueven los contratos para fiestas privadas, entre las cuales me imagino que habrá alguna normal, de gente que no anda en malos pasos.

"Fritanga", en efecto, pagaba con dinero sucio. Pero de sobra sabe la DEA, y la Policía de Puerto Rico, que el lavado de...

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