El fuego que no se apaga

El gobernador Ricardo Rosselló regresó ayer de España, donde pasó unos días espléndidos promocionando a la isla en un foro de turismo. Puede decirse que esos fueron de los últimos días felices que va a vivir como gobernador en este cuatrienio.Antes de aterrizar, desde las alturas, a medida en que su avión se acercaba surcando las densas nubes y surgía desde la profundidad de las brumas la silueta verdosa de la isla, algo capturó toda su atención: una espesa humareda negra, levantándose en espiral hasta fundirse con el cielo como un río sucio enrareciendo el mar.Es su administración ardiendo intensamente por las cuatro esquinas. Al aterrizar, al gobernador no le quedó más que acercarse a los escombros de lo que fue su gobierno y ver si entre las ruinas humeantes queda algo que se pueda rescatar. Es muy triste decirlo, porque es algo trágico que ya hemos vivido como país demasiadas veces. Pero la amarga verdad es que una vez ocurren fuegos como el que se desató esta semana en el gobierno de Rosselló, es demasiado difícil detenerlo.El fuego esta vez se llama Julia Keleher. Desde esta semana, a nadie le queda duda ya de que la que fue hasta el lunes uno de los principales rostros del gabinete de Rosselló es objeto de una pesquisa federal de corrupción.De cosas así, pesquisas de corrupción contra su gente más notable, lo hemos visto demasiado ya, los gobiernos no se recuperan.Keleher no era cualquier integrante del gabinete de Rosselló. Era su secretaria de Educación. El gobernador le tenía toda la confianza.Le entregó con los ojos cerrados la grave tarea de tratar de reformar el sistema educativo, con medidas la mayoría de las veces muy polémicas.Medio país, por no decir tres cuartos de país, reaccionaba consternado ante la voracidad con la cual Keleher desmantelaba el sistema de educación, sin que nadie más tuviera alguna participación significativa en el proceso, a pesar de lo esencial que es para todo Puerto Rico tener un modelo de educación pública que funcione.El gobernador nunca prestó atención a los que querían decirle que tuviera precaución por la manera en que Keleher estaba dinamitando el sistema educativo.Claro, podía entenderse que el gobernador, como muchos de nosotros, entendiera que el sistema necesitaba una transformación severa, rotunda y rápida. Pero buena parte del país, incluyendo gente fuera de partidos que piensa mucho en estas cosas, sentía horror por las cosas que estaba haciendo Keleher. El gobernador nunca prestó...

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