La fuerza de Mimi Maura

Por Camile Roldán Soto

end.croldan@elnuevodia.com

Corría el año 96. En los clubes más 'under' de Buenos Aires se escuchaba su voz. Potente y juguetona entonaba letras escritas por su padre, el cantautor pepiniano Mike Acevedo. Mimi Maura andaba entonces como ahora, atrevida y arriesgada. Sin pretensiones de grandeza. Sólo le importaba cantar. Y eso fue lo que hizo junto a su banda durante aquel año entero. Tarima sobre tarima al ritmo del reggae, el rocksteady y el ska.

Esa aventura musical que emprendió de la mano de su pareja y cómplice en el arte, Sergio Rotman (ex integrante de los Fabulosos Cadillacs) coló su nombre en muchas bocas. Las suficientes para convertirla en una figura respetada en el país suramericano, con diez discos bajo el brazo y ganadora de un prestigioso premio Gardel. Ahora, la cantante emprende en su tierra natal un derrotero similar al de sus años de veinteañera, con la presentación de su más reciente disco independiente, Mimi Maura. Se trata de una versión extendida y sólo para Puerto Rico de la producción 'Días de sol', lanzada el año pasado en Argentina, grabada junto a músicos argentinos y el grupo Cultura Profética, entre otros colaboradores.

"En Puerto Rico, nos parecía un desperdicio no agregarle al disco original lo que son los 'highligts' en la carrera. Hicimos este disco extendido que da un panorama más claro de quién es Mimi Maura", apunta Rotman, integrante de la banda, compositor de muchos de los temas y, además, responsable de reunir a los talentosos músicos que les acompañan: entre ellos los también ex integrantes de los Cadillacs Fernando Richardi (batería), Dany Lozano (trombón), junto a Dante y Abel Clementino (teclados y bajo, respectivamente).

Fue durante una visita de los Cadillacs a Puerto Rico que Rotman coincidió con Midnerely Acevedo -verdadero nombre de Mimi- y ocurrió el flechazo.

"Conectamos muy rápido", recuerda sonreída mientras la maquillan antes de la sesión de fotos. Se desarrolló entonces una relación "muy inocente", romántica e intensa como sus protagonistas. Sin internet ni Skype, la suya era una comunicación por cartas, escritas a mano, llenas de poesía. Sergio gastaba unos $ 1,000 mensuales en teléfono y coincidía con la boricua esporádicamente cada vez que...

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