Fuga

Miguel Rodríguez Casellas

El inesperado encuentro pone a hablar de perspectiva, un asunto que no sólo es metáfora agotada de la subjetividad y el derecho a la memoria, sino referente para explicar la naturaleza del poder en el hecho de incluir y excluir mediante un encuadre, un horizonte fijo, un punto y una fuga.

Quién es uno para cuestionar la vida y obra de estos dos baluartes. Mi generación sería la última que podría autorizarse un ataque vicioso, dado que el momento que nos inmortaliza es alguna pose poco heroica, quizás sacándonos-comiéndonos los mocos. Así nos ven, así nos vemos.

Estos monumentos del pasado reciente, Nono y Edgardo, aparecen -entrevistado el primero, auto-narrado el segundo- como seres que llegaron al mundo con los mocos comidos, es decir, que no pasaron por ingenuidades o vergüenzas, que llegaron sabiendo, y que vivir para ellos fue desfilar por una ruta previamente informada. Sus vidas son un ejemplo, de ahí el valor de sus opiniones, (aunque Edgardo jure que no lo son), y del ojo que cotiza fino en el mercado social y literario, que son dos escaparates de una misma tienda.

Nono regresó...

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