FuNcIóN dE fUnCiOnEs

Por El Infiltrado

Al teatro llegué con mis mejores galas. Boleto en mano entré ya en la tercera y última llamada, como buen puertorriqueño. La sala llena, curiosamente, de un público variado de niños, de jóvenes, de adultos y de los que pagan con descuento.

De los últimos siempre hay muchos y pareciera que esa noche, todos estaban a mi alrededor.

La velada iba bien. Aplausos a cada salto y en cada final. Hasta que a la señora frente a mi se le ocurrió sacar su celular y tomar una foto, con todo y flash.

"¡Señora, no puede hacer eso!, le dijo un caballero sin importar que su grito -porque aquello fue un regaño y algo más- interrumpiera la solemnidad de la sala.

La dama miró a su amiga y sin comentario alguno, desapareció el teléfono. Mientras, en escena, los primero bailarines del Ballet Nacional de Cuba nos dejaban boquiabiertos con sus pasos.

Bajó el telón, llegó el primer intermedio y empezó el conflicto. Resulta que la señora no esperó ni un segundo tras encender las luces para virarse de su asiento y, mirándolo a los...

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