La furia contra Alejandro

WILDA RODRÍGUEZ

PERIODISTA

¿Por qué este resentimiento tan visceral ahora? ¿Por qué nadie responsabiliza -ni identifica propiamente- a quienes lo colocaron al frente del PPD a sabiendas de que no tenía la madurez ni la capacidad?

Cuando se le pregunta a un líder popular quién eligió a García Padilla como su candidato y presidente, el silencio es elocuente. Nadie. Lo escogió alguien, pero tampoco se atreven a articular quién. Argumentan que las encuestas lo señalaban como la súper estrella que acabaría con Fortuño. ¿Quién lo puso en las encuestas y por qué?

Las encuestas no medían su profundidad intelectual y política, mucho menos su carácter. Medían su físico. Alguien pensó que ese muñeco precioso tenía futuro como líder. O pensó en manipularlo con disimulo. Ambas cosas han salido mal. No es líder y no sabe disimular.

No tengo duda de que Alejandro es un excelente muchacho con un trasfondo familiar estupendo. Eso no basta. Las encuestas dicen que gana las próximas elecciones. Ojalá tumbe a Fortuño. Alguien debe hacerlo. Eso no varía lo esencial. Seguirá siendo un proyecto de líder, errático e imprevisible. El PPD y el País tendrán que mantener dedos cruzados y plegaria en boca durante cuatro años.

Lo ocurrido ahora deja al descubierto algo mucho peor para el PPD: dejó de ser institución. Recuerdo hace 40 años el afán de líderes del PPD para que se reconociera la institucionalidad del partido. Si los dejaban, le hubiesen cambiado el nombre a Partido Popular Institucional a imagen del Partido Revolucionario Institucional de México -sui generis, paradigmático.

El PPD tenía características de institución. Era un grupo social que perseguía unos propósitos determinados con unos principios determinados. Para ser institución, un grupo tiene que trascender las voluntades individuales e identificarse con propósito de grupo. El PPD quería que lo identificaran con la...

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