'Game change'

Miguel Rodríguez Casellas

Hablemos, pues, de las obras de Santini.

Heredero de la tradición faraónica rossellista, Santini cree en los grandes objetos estratégicamente ubicados, no para aprovechar su capacidad para rehabilitar una zona, sino para asegurar su proyección mediática más allá de los límites municipales. Así, las obras dejan de ser una oferta al ciudadano, un servicio, para limitarse a fungir como extensión del cuerpo del caudillo.

Esa visión lo mismo pone un Sam's Club que un Museo de Historia (contra)natural en medio de la inhóspita franja de la avenida Kennedy, donde hacer ciudad no es prioridad, sino hablarles a sus miles de conductores diarios.

Cada intervención descomunal le roba la vida al resto de la ciudad, consecuencia de haber copiado la estrategia rossellista. Estos proyectos no sólo interiorizan la actividad que debía estar en la calle, rehabilitada para el peatón, sino que drenan el presupuesto municipal, impidiendo atender al resto de la ciudad. Así es como el San Juan urbano, tanto como su inmensa pradera suburbana, experimentan un deterioro que ya es imposible ocultar.

Detrás de este gigantismo aparatoso, enajenado del entorno, yace el perfil de...

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