Gancho

Yara Liceaga

Aquella tarjetita salva-vidas es una joya que me hace pensar en el potencial de los espacios públicos y los mensajes directos que se les lleva a una inmensidad de gente que transita estos espacios por periodos relativamente cortos.

Me monto en el tren urbano en estos días y como en la tarjetita no hay mensajes de prevención de accidentes, me pongo a observar los anuncios disponibles dentro de los vagones. Mentira, se me engancha a los ojos un recién nacido acurrucado en unas manos que está en uno de ellos. Hay cosas que una ve y como que a un ojo empieza a metérsele un tic insoportable: esas sacadas por el techo que suelen venir acompañadas de una profunda indignación. Lo que me llama la atención es el mensaje: "toma mi mano, no mi vida" dice el font superior -una campaña contra el maltrato de menores, qué bien, pienso-; el inferior dice: "soy un bebé, no una opción" -'blinkeo' de ojo-.

Pero, ¿de qué demontres me están hablando aquí?

Aprieto el santo botón de búsqueda de la página que sugiere el anuncio. Asombro.

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