Gigantes del mundo

Por Carlos Rosa Rosa

Enviado Especial

Tim Lincecum lanzó ocho entradas en cero y Edgar Rentería sacudió un jonrón de tres carreras para guiar anoche a los Gigantes a su primer título desde que se establecieron en la ciudad de San Francisco hace 52 años.

El taponero Brian Wilson abanicó a Nelson Cruz para el out 27 y así asegurar la victoria de los Gigantes 3-1 sobre los Vigilantes de Texas en el quinto partido de la Serie Mundial ante más de 52,000 fanáticos en el Rangers Ballpark.

Wilson entró a la novena entrada y retiró los tres bateadores al hilo para darle paso a una jubilosa celebración en el medio del terreno. Sus pocos fanáticos en las gradas también festejaban en medio de seguidores locales con lágrimas y rostros de dolor ante el revés.

"Giants champions", era el coro de los fanáticos visitantes en el tercer piso del estadio, todos ellos vestidos de anarajandos. Otro puñado de seguidores celebraban en las primeras filas detrás del 'dugout'.

El último cetro de los Gigantes fue en el 1954, cuando jugaban en Nueva York. Y para los Gigantes de San Francisco la cuarta fue la vencida, ya que habían fracasado en tres clásicos anteriores.

Anoche, tres boricuas lograron el campeonato: Andrés Torres, Jonathan Sánchez y Javier López. Torres jugó en el jardín derecho y corrió lleno de felicidad al cuadro interior para abrazar a sus compañeros.

"Cuando se dio el último out sentí una emoción tremenda. No sabría como explicarlo. Fue un momento bien grande y me siento sumamente contento", declaró Torres a El Nuevo Día en medio de la celebración en el camerino visitante con bastante champán y el trofeo de campeonato corriendo de manos en manos.

"Es algo emocionante, porque he pasado muchas cosas. No ha sido fácil mi carrera. Pasé muchas frustraciones y hasta pensé en quitarme. Esto ahora es una bendición. Le doy gracias a Dios por esta oportunidad. Es una experiencia inolvidable", agregó Torres con lágrimas por la emoción de la victoria.

Torres ayer bateó de 4-1 y cerró la serie con promedio de .318.

Pese a la derrota, la fanaticada de los Vigilantes fue agradecida. Aplaudió a su equipo, el que le daba la primera aparición a la franquicia en una Serie Mundial en 50 años de historia. Por tal razón se comprendía el dolor del público local.

Lincecum, simplemente, estuvo enorme en el montículo. Completó ocho entradas y sólo concedió tres indiscutibles y abanicó a 10 con dos boletos gratis. Incluso, ningún corredor de los Vigilantes le adelantó hasta a...

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