GOLPEA LA ADVERSIDAD

Por Carlos Rosa Rosa

crosa@elnuevodia.com

Rosa nació en un hogar en el que ciertas circunstancias obligaron a su madre María Luisa Villarán buscar distintos refugios para su hija mayor y otros dos hijos.

La joven medallista de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Mayagüez 2010 tenía apenas cuatro años, cuando comenzó una etapa de inestabilidad y dolor para los miembros de su familia. ¿Qué tipo de dolor? Rosa, de 24 años, lo lleva muy fresco en su memoria.

"Cuando miro atrás y veo donde una vez estuve, y ahora miro donde estoy, siento ganas de reír por todo lo que sufrí", comienza a contar la atleta.

¿Y dónde estuviste?, se le preguntó.

"Me refiero a no tener nada... tener que dormir en el piso y estar brincando de casa en casa, en ocasiones sin comida. Fueron muchas las cosas que pasamos. Todo fue bien cuesta arriba", relata con pesar.

Los sucesos acontecidos en el hogar quedaron marcados en la vida de aquella niña. Hubo un periodo en su niñez que ella se aisló de la gente a su alrededor. Estaba llena de temor.

"Después del revolú estuve un tiempo sin hablar. Me encerré. No quería hablar. Quería a la gente lejos de mí para que no me lastimaran", confiesa la estudiante de Educación Física en la Universidad del Turabo.

Rosa no quisiera recordar nada de esa etapa en Río Grande. Desearía borrarlo de su memoria. Pero no puede. Los sucesos siguen presentes en sus sueños.

"Me acuerdo... y me vienen pesadillas que no me gustarían tener. Quisiera recordar lo bueno y no lo malo", agrega Rosa, quien ha tenido que lidiar con una enfermedad de cáncer en su progenitora.

El valle de sombra, sin embargo, no duró para siempre. El sol comenzó a salir con la mudanza a Caguas. Hace 20 años, Rosa vive en el residencial Jardines del Condado en el Valle del Turabo.

Y fue a través del deporte que aquella niña comenzó a superar sus temores. Sus primeros pasos fueron en el voleibol en la escuela elemental, cuando su progenitora no deseaba ver a su hija deportista.

"El deporte me ayudó a salir de la crisis. En la escuela me ayudaron bastante. Y jugaba voleibol a escondidas porque Mami no quería verme en el deporte. Así que una persona me firmaba los papeles para que pudiera jugar, hasta que Mami se enteró en sexto grado. Y ahora me apoya totalmente", cuenta entre risas.

Su pasión por el voleibol creció e integró el programa de las categorías menores de las Criollas de Caguas. Recuerda los esfuerzos de su madre y de su abuela para poder sufragar los gastos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR