Golpeado por la vida

Por Jorge L. Pérez

jorge.perez@elnuevodia.com

Esa noche, Griffith reconquistó el título welter al noquear en el duodécimo asalto al cubano Benny "Kid" Paret, pero se trató de una victoria que lamentaría siempre.

O, por lo menos, la forma en que esta se produjo.

Era la tercera vez que se medían sobre un ring en menos de dos años: en la primera, en abril del año anterior, Griffith conquistó el título de las 147 libras al noquear a Paret en el 13er episodio, pero cinco meses después Paret emparejó la cosa -y recuperó el campeonato- al vencerle por decisión dividida.

Como era de esperarse, la riña estaba a rojo vivo para la tercera confrontación, y el asunto llegó a su punto de ebullición durante el pesaje, cuando Paret, cuya esposa puertorriqueña -llamada Lucy- estaba encinta, insultó a Griffith dándole un par de palmaditas en el trasero y susurrándole al oído: "Eres un ma... cón".

Luego se produjo una pelea encarnizada que culminó en el fatídico decimotercer asalto, cuando Griffith acorraló al cubano en una esquina y, según recalcaron las crónicas de la época, le asestó allí 38 golpes seguidos.

La misma noche de la pelea, Griffith trató en vano de que se le permitiera ver a su víctima en el hospital. Cuando no tuvo éxito, salió corriendo y llorando y terminó deambulando por la notoria calle 42, donde, según se dice, algunos peatones enterados de lo ocurrido comenzaron a proferirle insultos.

Diez días después, al morir Paret, Griffith, quien tenía 24 años, murió también: el Emile Griffith que era un animal salvaje dentro del ring.

Nacido en St. Thomas el 3 de febrero de 1938 -hoy cumple 75 años-, Griffith se mudó a Nueva York a los 19 años y al poco tiempo comenzó a trabajar en una sombrerería propiedad de Howard Albert.

Al poco tiempo empezó a destacarse como diseñador, pero también impresionaba por su físico escultural, labrado, según se diría después, durante una estadía en una prisión de St. Thomas en la que se obligaba a los reos a cargar durante horas un palo que sostenía dos cubos de agua.

El ocurrente historiador boxístico Bert Randolph Sugar dijo una vez que en sus espaldas cómodamente se podía servir una cena para seis personas.

Albert, quien luego manejaría al campeón boricua Juan Laporte, lo llevó un día al gimnasio de un amigo suyo, el entrenador Gil Clancy, y al poco tiempo Griffith estaba ganando el campeonato de los Guantes Dorados de Nueva York. Luego, al hacerse profesional, empezó a acumular dinero suficiente para ir...

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