La gracia de lo auténtico

España

LA RUTA DE LA PLATA

Alejada de los grandes centros turísticos como Madrid o Barcelona, representa una alternativa idónea para el viajero que desea conocer una España distinta, más tradicional, de encantos más pausados. Bien vale una visita por sí sola, pero también puede ser el punto de partida para un viaje por la Vía de la Plata, un itinerario que recorre la antigua ruta romana que se extendía desde el sur al norte de la península ibérica y que hoy se desplaza desde Sevilla, en Andalucía, hasta Gijón, en la costa cantábrica.

Capital de la provincia que lleva su mismo nombre -la tercera más grande de España-, Zamora tiene unos 65,000 habitantes y está localizada en el noroeste de la Península Ibérica, a solo 32 millas de Portugal. Históricamente fue asentamiento y lugar de paso para los ejércitos -romanos, germánicos, árabes, cristianos- que se disputaban el control de la región. De hecho, en una de sus plazas principales la ciudad rinde homenaje a Viriato, el pastor que llegó a convertirse en uno de los caudillos militares más brillantes de su historia.

Precisamente de la Plaza de Viriato, con el Parador enfrente, parte nuestro recorrido.

Pasear por las céntricas calles de Ramos Carrión, Balborraz y Plaza Mayor, con sus establecimientos y bares tradicionales, es entrar en contacto con esos agradables aires, entre históricos y modernos, que definen esta ciudad.

Muy pronto llegamos a la Plaza Mayor en sí, sede de la iglesia de San Juan de Puerta Nueva. Frente a ella está situado uno de los monumentos representativos de la ciudad, la estatua de los Merlú. En la Semana Santa zamorana -que se celebra con especial devoción y colorido- se le llama así a las parejas de congregantes de la Cofradía de Jesús Nazareno encargadas de reunir, a son de corneta y tambor, a los demás hermanos para comenzar la procesión.

Las iglesias son, de hecho, parte fundamental del carácter de esta ciudad, que hace unos años emprendió la titánica encomienda de restaurar 23 de ellas, vivo testamento de la era románica. La Iglesia de la Magdalena es una de las más representativas de ese estilo y alberga en su interior un sepulcro -algo poco usual en las iglesias románicas- en el que se cree que está enterrada la reina Urraca de Portugal. Toda una historia está esculpida alrededor del sepulcro, con animales mitológicos, ángeles y demonios. La Iglesia de San Pedro y San Ildefonso, no lejos de allí, es otro hermoso ejemplo de esa arquitectura.

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