Un gran amor

Por Rafael Vega Curry

Especial para El Nuevo Día

"Yo adoro ese instrumento. Es algo muy físico. Te lo pones bien cerca para tocarlo". El brillo de sus ojos no cesa.

"Siento una felicidad muy grande al tocar. Sé que al terminar la gente estará sonriente y feliz como yo. Esa es mi recompensa".

Rodríguez Ríos es una de las escasas arpistas profesionales que hay en Puerto Rico, con una trayectoria internacional que le ha merecido prestigiosos premios en Italia y Francia, viajes a Rusia e Indonesia y presentaciones con varias orquestas sinfónicas y filarmónicas. Ella sigue siendo, sin embargo, sencilla, simpática, campechana, sincera.

Ese deseo de dar de sí -"quiero entrar al corazón de las personas", asegura- anima el concierto que ofrecerá este domingo 22 de diciembre a las 4:00 de la tarde en la Fundación para la Cultura Popular, en la calle Fortaleza del Viejo San Juan.

Allí tocará temas navideños, así como algunas piezas de su recién estrenado CD Arpa con alma latina, una exquisita mezcla de temas clásicos y populares, puertorriqueños e internacionales, que van desde "Granada o "Malagueña" hasta "Soñando con Puerto Rico o Verde luz.

Aunque dice que su gran amor siempre será la música clásica, "música es música, y si con eso me puedo comunicar con la gente, soy feliz".

"Todo fluye", sostiene, "pero tienes que haber practicado y sentirte preparado".

El arpa llegó de una manera inesperada, casi transversal, a su vida. Su primer amor fue el baile. Luego tomó clases de piano y violín a instancias de su madre, quien quería que fuese violinista. La gran arpista puertorriqueña María Rosa Vidal la enamoró del...

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