La gran pregunta

CARMEN DOLORES HERNÁNDEZ

ESCRITORA

Este Gobierno ha dejado claro que su prioridad es el partido, no el país. En estos cuatro años ha probado que no respeta la educación, ni la naturaleza, ni la cultura, ni la agricultura; tampoco la Constitución y la Universidad. Ha demostrado que no tolera disidencias y que intenta acallar a sus contrincantes. Ha llevado al Capitolio a los peores legisladores que hemos tenido en toda nuestra historia: dispuestos a ayudar a los suyos hasta límites increíbles (recordemos el apoyo incondicional de Thomas Rivera Schatz a Héctor Martínez) y a perseguir a quienes consideran sus enemigos hasta límites también increíbles, como en los casos de la legisladora Sila Mari González y el juez presidente del Tribunal Supremo, Hernández Denton.

Es un gobierno que se acerca peligrosamente a una dictadura, sobre todo al modificar instituciones respetables del país -el Tribunal Supremo, la Universidad de Puerto Rico, el Código Penal, el Colegio de Abogados- para que sirvan a sus fines.

Dondequiera que llega la influencia del actual Gobierno, llega la corrupción. Detrás de los grandes contratos hay siempre un amigo, un pariente, un socio o un contribuyente fuerte al partido. Son muchos los casos descubiertos y muchos los que quedan por descubrir. Sería interesante, por ejemplo, que alguien investigara la conexión con altas figuras del PNP del editor con los contratos más jugosos para los textos del Departamento de Educación a pesar de su pobre factura y de errores comprobables en el contenido.

Habiendo sido elegido para gobernar el Estado Libre Asociado y sin tener un mandato para cambiarlo, esta Administración -además- ha hecho todo lo posible por subvertir desde adentro sus fundamentos.

El status no es sagrado, desde luego, pero hay -o debe...

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