Adiós a uno de los grandes

Por Patricia Vargas CASIANO

pvargas@elnuevodia.com

Contrario a la musicalidad que caracterizó su vida, el también guitarrista fue sepultado en el solemne silencio del camposanto, que por un momento fue interrumpido por los plomazos que se dispararon como parte de la ceremonia militar por haber sido veterano de la Guerra de Corea y por el sonido de los truenos que acompañaron una fuerte lluvia.

Por reglas del cementerio militar afuera quedó la guaga con altoparlantes que acompañaba al cortejo fúnebre y a través de los que se escuchaba la inconfundible voz del bolerista cantando El almanaque, Tu almohada, Gotitas de dolor, A la hora de acostarte, Inolvidable, Piel canela y muchas más.

La viuda, Mirza Luz López, sentada cerca del féretro se mostró tranquila. Su amor de tres décadas se había ido en paz.

"Sufrió por la fatiga que le ocasionó la pulmonía. Pero ya cuando sentí que su respiración se cortaba entendí que el cambio estaba cerca, entonces lo besé una y otra vez hasta que dejó de respirar. Se fue con calma, en paz, en nuestra casa mientras escuchaba su música muy bajito", reveló a este diario.

El hijo del bolerista, Julito Rodríguez, Jr. (de un matrimonio anterior) no dejaba de llorar.

"Las veces que pude hablar con mi papá, que no eran muchas, tuvimos conversaciones de mucha sustancia. Papi era un contemplador de la naturaleza, y tenía una visión bien importante de la vida que compartió conmigo desde chiquito. Su lucha con la pulmonía fue infrahumana, pero Diosito también lo necesitaba"...

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