H ermana poesía

Por Carmen Dolores Hernández

Especial El Nuevo Día

"El mar", dice, "guardó mis secretos".

Más tarde -mucho más tarde-, siendo ya sacerdote de la Orden de Hermanos Menores de San Francisco, comprendió, siguiendo la pauta del fundador, que la escritura comunica, celebratoria, la creación. Y que todo lector es un interlocutor.

Publicó ensayos, preparó ediciones críticas, ejerció el periodismo, hizo entrevistas, pero seguía sin publicar su poesía. Compartía lo que sabía, no lo que era.

"En la poesía uno va desnudo", dice.

Su primer poemario, Llama del agua, es del 2000, año jubilar, de nuevos comienzos. Parco en palabras, rico en silencios, reduce a leves trazos -balbuceos, como dijera San Juan de la Cruz- el mundo inefable del misterio: "Señor,/ tú hablas/ y yo lo convierto/ en palabra././ Señor,/ tú callas/ y yo amo las palabras".

Ajena a la razón y al rito, esta poesía arde como el fuego y tiene la transparencia del agua cristalina. Su verso se adelgaza hasta quedar en un hilo de sentido que brota desde las profundidades de un silencio pleno de significados.

Publicar el libro significó aceptar la entrega al diálogo: el poeta. "crea el milagro:/ una migaja./ Nada guarda para sí;/ la sirve al mundo/ y se multiplica". Escogió 50 poemas: "Los colgué de un cordel en mi cuarto, para ver cómo fluían con un mismo aliento", explica.

Lector apasionado de la Biblia, de enciclopedias enteras, de poetas como Lorca y Rubén Darío, este franciscano sabía que la buena poesía interpreta la realidad y la trasciende, pero siempre mantiene un vínculo con ella.

"La palabra recrea", afirma. "En el principio la Palabra ordenó el universo. La palabra es una aliada que me ayuda a reorganizar el mundo en unidad de sentido rearmonizado. Es una salvación pasajera".

Pero la poesía, añade, exige condiciones: silencio para que el poeta entre en sí mismo; honestidad para conocer la propia verdad; valor para enfrentarse consigo mismo y tiempo.

"No se publica cuando uno quiere, sino cuando la obra quiere", afirma.

Su segundo poemario, Perseguido por la luz (2008), proyecta el misterio de la poesía misma. El título "me vino en sueños. La poesía me persigue; se convierte en obsesion": "soy/ una casa/ deshabitada/ y/ oigo/ pasos".

Mañana a las 6:30 p.m., en el Museo de Arte de Puerto Rico, Ángel Darío Carrero presentará su tercer poemario, Inquietud de la huella, una traducción libre ("intraducción"), recreación o apropiación del primer libro de El peregrino querubínico, de...

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