Hélices para un festival

ÁNGEL DARÍO CARRERO

ESCRITOR

Erwin huyó de la tragedia nazi que le había arrebatado a su madre; encontró asilo en Estados Unidos. Me sorprende, pero no me sorprende ("Quíntuples" dixit) su visión del país que generosamente lo acogió: depósito de inmundicias, asilo nocturno, broma del diablo, lugar sin historia, país trágico.

Debió añadir, pero no añade: país que permite (o permitía) que se aireen abiertamente visiones hipercríticas como las que dispara Chargaff. Vale la pena romper con la promesa de la no-biografía para decir que se mantuvo diciendo lo que opinaba, encaramado sobre las dos efes finales de su apellido, hasta el último minuto de sus noventa y siete años de edad.

Ahora bien, lo que me acerca al científico de la actual Chernivtsi no son sus estudios sobre el ácido desoxirribonucléico; tampoco sus ideas sobre Estados Unidos, nación de la que somos una colonia (Puerto Rico pertenece a, pero no es parte de), aunque comprendo que sólo un "otro" radicalmente distinto puede servir de espejo a nuestra identidad elusiva. Lo que me lleva realmente hasta él es otro asunto: su visión de la ciencia emparentada con la poesía.

Chargaff, con su eterno afán crítico, explicaba que existen dos tipos de formaciones en la historia del pensamiento: uno mecanicista y el otro lírico. Reconocía que hubo un momento en que las ciencias de la naturaleza lo acapararon todo hasta querer transformar a la ciencia en una religión dogmática en la cual estamos forzados a creer.

Curiosamente, añado yo, casi todos estos científicos que piden adoración a la ciencia, se cantan ateos. Pero la verdad sea dicha: sólo cambiaron de absoluto.

El eminente investigador ofrece un ejemplo que retrata el absurdo de la pretensión científica de ser el albergue de la verdad única y última. Permítanme una cita generosa: "Cuando se le plantea individualmente a los científicos la pregunta '¿qué es la vida?', nos hablan de lo que anima la vida y de las reacciones de las fórmulas en las que se refleja. Esto viene a ser más o menos como preguntarse '¿qué es un libro?' y obtener esta respuesta: lo descomponemos, analizamos el papel, miramos a qué se parecen las letras y con qué tinta se han impreso, pero ignoramos lo que se halla verdaderamente en el...

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