Hablarle al fuego

os uniformes pertenecen al imaginario del orden y del honor.

Llevar un uniforme es un símbolo potente. No sólo indica a qué estructura social perteneces, sino que determina de alguna manera tu lugar en el mundo y el de aquellos que te rodean, respecto a ti.

La primera vez que se asoma tras la puerta de su oficina, la Capitán Celia Ramonita Feijoó Nieves, impresiona por el porte y la disciplina que emanan del modo en que lleva su uniforme de Capitán de la región este del Cuerpo de Bomberos de Puerto Rico. Su camisa blanca está perfectamente planchada, lleva corbata de mujer y pantalón negros, su placa, dos escudos de Puerto Rico y las espueletas que indican su rango con dos cornetas. Ella es Capitán y en la estación de bomberos de la Avenida Roberto Clemente en Carolina, todos y todas lo saben. Es la jefa y a ella responden.

El rigor que impone su uniforme, se suaviza con su cabellera suelta de rizos rubios y ligeros, con su mirada de ojos claros bien delineados y una sonrisa afable que genera empatía inmediata. Si queda alguna duda de su candidez, su voz que tiene ese tono familiar de las mujeres de nuestras familias -mamás, tías, primas, hermanas-, termina por confirmarlo. Pero nadie se llame a engaño, esa mujer a todas luces dulce, tiene bajo su supervisión 129 bomberos de Vieques, Culebra, Loíza, Luquillo, Río Grande, Carolina y Fajardo, de los cuales la inmensa mayoría son hombres. Los mismos que bajo su mando, deben enfrentar diariamente situaciones de emergencia tan inesperadas y fieles al cliché como el rescate de un gato en un árbol o de un automóvil en un estacionamiento, hasta otras realmente catastróficas como fuegos de proporciones mortales y un largo etcétera de emergencias inesperadas. Ella misma lo advierte y lo reconoce, “si no sabes a quien llamar, llama a los bomberos”. Pues quien se enfrenta al fuego, es capaz de enfrentarse a incontables amenazas.

Una niña y un sombrero

La Capitán Feijoó se convirtió en el 1989 -junto a Evie Maldonado- en una de las dos primeras mujeres en ingresar al Cuerpo de Bomberos de Puerto Rico. Hasta entonces, el reglamento no permitía que ninguna mujer ingresara en la academia, en un caso similar al de la Policía en donde hasta hace apenas unas décadas, las mujeres realizaban en su mayoría labores de retén y radio operadoras, muy pocas estaban en patrullaje. Pero a la niña que fue, ninguna de esas barreras, le limitarían su capacidad de soñar. Hay una fotografía que lo evidencia.

En la imagen se...

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