Hacedores

Huáscar Robles Carrasquillo

Tengo un amigo que es poeta y así decidió ser feliz. Sus versos vienen directo del espíritu, de corredizos pasados que en el presente aún son muy relevantes. Ha escrito -entre otros temas- de los trabajadores de la industria del sexo. Su poesía despierta: te lleva a corredores desconocidos (o no tan desconocidos). Luego regresas a la cotidianidad aburrida de tus conveniencias: iPads, televisores LCD, lubricante Wet.

Así debe ser la poesía: tiene que divorciarte de las convenciones, llevarte a un lugar muy incómodo y hacerte sentir tan al revés que no tienes otro remedio que pensar. Pensar no nos viene tan mal, pues parece que paulatinamente vamos ignorando los cambios radicales que ocurren bajo las sombras: seguridad en las calles, nuevos impuestos, la transmutación de UPR.

Tal vez por eso admiro a mi amigo. El pasado le sirve de guía en sus versos para ver qué le pude deparar el presente. Es una brújula, un GPS...

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